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La obesidad es considerada cuando el peso corporal es desproporcionado para la altura con una acumulación excesiva de tejido adiposo que suele acompañarse de una inflamación sistémica crónica. El aumento de la deposición de grasa, según una visión simplista basada en la primera ley de la termodinámica, resulta de un desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto de energía. Según este punto de vista, la obesidad es el resultado de una baja actividad física (un estilo de vida sedentario) y el consumo excesivo de alimentos de alto rendimiento energético por encima de las necesidades del individuo. Sin embargo, en realidad, la etiología de la obesidad es más compleja. Personas con tratamiento de la obesidad a través de cambios de comportamiento destinados a reducir la ingesta de energía y aumentar el ejercicio con frecuencia no tiene éxito 1 2, 3.
De hecho, la obesidad se presenta por la interacción de factores genéticos, factores ambientales (por ejemplo, falta de sueño o trabajo por turnos), la calidad general de la dieta, el nivel de actividad física, la microbiota intestinal, disruptores endocrinos (sustancias químicas que interfieren con la regulación endocrina), factores reproductivos, fármacos y efectos intergeneracionales intrauterinos y epigenéticos, entre otros. Todos estos factores afectan la ingesta de alimentos, el recambio de nutrientes, la termogénesis, la utilización de lípidos de ácidos grasos y también el almacenamiento diferencial de grasa en depósitos adiposos regionales versus tejidos no adiposos [1].
La obesidad aumenta sustancialmente el riesgo de enfermedades metabólicas (por ejemplo, diabetes mellitus tipo 2 y enfermedad del hígado graso), enfermedades cardiovasculares (hipertensión, infarto de miocardio y accidente cerebrovascular), enfermedades musculoesqueléticas (osteoartritis), enfermedad de Alzheimer, depresión y algunos tipos de cáncer (por ejemplo, mama, ovario, próstata, hígado, riñón y colon). Además, la obesidad podría conducir a una calidad de vida reducida, desempleo, menor productividad y desventajas sociales3. Algunas de estas comorbilidades son características del síndrome metabólico1.
Existen dos tipos de obesidad, la obesidad subcutánea, en la que se encuentra un exceso de grasa subcutánea alrededor de las áreas de la cadera y los muslos y la obesidad visceral, en cuya grasa se concentra principalmente en la región abdominal. El número y la gravedad de las complicaciones de salud dependen de la presencia de estos depósitos de grasa.
Hay varios métodos disponibles para determinar la adiposidad. Aunque el índice de masa corporal (IMC) no es un índice perfecto de adiposidad, se utiliza con frecuencia en la práctica clínica por su sencillez y buena correlación con el riesgo cardiometabólico. El IMC debe complementarse con la medición del cociente del perímetro cintura-cadera para discriminar entre obesidad subcutánea y obesidad visceral4,5.
Según la OMS, más de mil millones de personas en todo el mundo son obesas: 650 millones de adultos, 340 millones de adolescentes y 39 millones de niños. Este número sigue aumentando. La OMS estima que para 2025, aproximadamente 167 millones de personas (adultos y niños) se volverán menos saludables debido a que tienen sobrepeso u obesidad 6.
Las intervenciones conductuales y/o de estilo de vida incluyen una dieta de alta calidad, restricción calórica, reducción del sedentarismo y aumento de la actividad física. Sin embargo, por sí solas, estas intervenciones solo producen una pérdida de peso sostenida limitada en la mayoría de los adultos. Además de los cambios en el estilo de vida, se necesita una amplia gama de intervenciones seguras y eficaces para controlar la obesidad y los efectos de la enfermedad en la función física y mental, la calidad de vida, el daño de órganos diana y la mortalidad7.
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Bibliografía
1. González-Muniesa, P. et al. Obesity. Nat. Rev. Dis. Primer 3, 17034 (2017).
2. DeMarco, V. G., Aroor, A. R. & Sowers, J. R. The pathophysiology of hypertension in patients with obesity. Nat. Rev. Endocrinol. 10, 364–376 (2014).
3. Blüher, M. Obesity: global epidemiology and pathogenesis. Nat. Rev. Endocrinol. 15, 288–298 (2019).
4. Després, J.-P. & Lemieux, I. Abdominal obesity and metabolic syndrome. Nature 444, 881–887 (2006).
5. Tchernof, A. & Després, J.-P. Pathophysiology of Human Visceral Obesity: An Update. Physiol. Rev. 93, 359–404 (2013).
6. World Obesity Day 2022 – Accelerating action to stop obesity. https://www.who.int/news/item/04-03-2022-world-obesity-day-2022-accelerating-action-to-stop-obesity.
7. Dixon, J. B. Advances in managing obesity. Nat. Rev. Endocrinol. 12, 65–66 (2016).
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